Las empresas y los profesionales que no sepan entender y adaptarse al nuevo entorno es más que probable que desaparezcan o que se conviertan en irrelevantes en un breve espacio de tiempo
Ya lo dijo Darwin: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Se suele utilizar al camaleón como ejemplo para ilustrar la teoría de la evolución, sin objeción, uno de los seres vivos más peculiares sobre la faz de la tierra. Aunque los fósiles de camaleón más antiguos encontrados datan de hacen 26 millones de años, se cree que éstos ya existían en el Paleoceno, aproximadamente hace la friolera de 55 millones años. El camaleón es, sin duda, un animal que ha sabido adaptarse a los cambios a lo largo de miles de años gracias, entre otras cosas, a su conocida capacidad para cambiar de color y mimetizarse con el entorno. Ante los estímulos externos (datos) que recibe a través de sus ojos el cerebro del camaleón envía señales a sus células y, por su capacidad para cambiar de color, su piel adquiere tonalidades diferentes.
No menos recurrente es utilizar la extinción de los dinosaurios como la otra cara de la moneda de la selección natural. Ya fuera por el impacto de un meteorito o por los efectos de la glaciación, lo cierto es que la incapacidad de adaptación de los dinosaurios al cambio del entorno significó su desaparición. Se habrán dado cuenta de que no hemos cambiado de temática para pasarnos a la zoología, sino que seguimos hablando, como viene siendo habitual en este espacio de empresas y profesionales, del impacto de lo digital.
Dinosaurios y camaleones son un buen símil para describir la situación y posición actual de gran parte de las empresas y directivos. Aquéllos que como el camaleón son más aptos para adaptarse al cambio sobrevivirán, mientras que las empresas y profesionales que tengan el perfil del ‘dinosaurio’ se verán abocados a la extinción. Muchas empresas en un intento por adecuarse al cambio suelen adoptar medidas de impacto, por ejemplo integrar ‘camaleones digitales’ como una vía rápida para adquirir talento. En muchas ocasiones como la experiencia demuestra estas medidas de choque sirven de poco si no van acompañadas de un liderazgo por parte de la dirección, orientado a un cambio interno de organización, de procesos, etc., de no ser así, son pocos efectivas.
La observación de la naturaleza siempre ofrece importantes lecciones. La más evidente es poner en situación el espacio temporal. En el mundo digital todo transcurre a gran velocidad, lo que a veces nos impide ver con la perspectiva necesaria. Apenas se han cumplido 15 años desde el nacimiento de la WWW, esto no ha hecho más que empezar. Pero no menos cierto es que ya se puede intuir la magnitud de los cambios que nos esperan. Aún en tiempos de gran incertidumbre como los que vivimos, se empiezan a vislumbrar algunas certezas. Aunque pueda resultar algo taxativo se puede asegurar que las empresas y los profesionales que no sepan entender y adaptarse al nuevo entorno es más que probable que desaparezcan o que se conviertan en irrelevantes en un breve espacio de tiempo.
Evidentemente, el proceso de adaptación no es sencillo ni inmediato. Las organizaciones no pueden cambiar de un día para otro ya que, al estar sometidos a la inercia, la incertidumbre, el contexto económico etc., es difícil la toma de decisiones arriesgadas. Lo mismo puede aplicarse a los profesionales. No cabe duda de que los camaleones “nativos digitales” parten con ventaja y todo “inmigrante digital” conserva algún resto de su etapa dinosáurica y, aunque el cambio es complejo, no es imposible y, como ya hemos comentado en muchas ocasiones, se trata más de una cuestión de actitud que de aptitud.
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